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jueves, 23 de julio de 2009

La dimensión del imaginario social de la derecha mexicana

23
2009 “Familia feliz” para un ser humano infeliz


Jesús Peraza Menéndez
La dimensión del imaginario social de la derecha mexicana


III
La perredista Bertha Pérez se opone, con razón, lo ha hecho con certeza, serenidad y vigor. Ya con ésta van dos en las que la diputada del Congreso local se enfrenta sola a la aplanadora-irracional-prinopanista de cínicos incondicionales, con la lacaya Doris Candila, rémora, presta a servir a cualquier precio, a los más descompuestos de la derecha. ¿En qué coincide su familia, su modo de vivir, con esta aberrante “ley de la familia” que aprobó en un albazo la diputada “independiente”?
Bertha Pérez se posiciona con la sociedad, está con los que piensan-crean-construyen, lo que resulta una próspera coincidencia contra la atmósfera hostil que hacen los diputados y las diputadas sumisos a los poderes-fácticos. La diputada Bertha Pérez honra su condición de mujer, su convicción política de izquierda y escribe una nueva página de la oposición a los gobiernos neoliberales y su política inhumana en Yucatán. Trabaja por los derechos humanos contra esa “máquina-Congreso”, esa irracional maquiladora de leyes, en el que la simulación se da como teatro cotidiano. Se pudo tirar a sus pies, tal como lo han hecho otros perredistas (que todos conocemos como los Chuchos-Boas o los Guayos-Patricios), se alza con dignidad e integridad, aceptamos su convocatoria. Sí, está sola en el Congreso, pero el Congreso está solo sin la sociedad civil, parece como dice Eduardo Galeano, que ahora los diputados de Yucatán quieren elegir otro pueblo nuevo pues éste ya los cansó con sus reclamos de justicia y con las críticas a su incapacidad-incondicionalidad-inhumana.
Esta imposición, en la realidad de la existencia humana cotidiana, no resiste un sólo día, muestra la terrible desesperación de la derecha, que se trata de imponer con la violencia (verbal, el linchamiento y terrorismo mediático, la represión, la imposición de leyes para apropiarse de la vida de los otros), en el hogar, en la calle, en las elecciones, en el Congreso local, en la Universidad Pública, en la Iglesia, en los medios electrónicos de comunicación, en la vida social pública. Ahora quiere violar la más íntima relación humana, legislar sobre la “única forma de relación posible...”, que deriva de su impotencia con ese sentido amplio de incapacidad para vivir-la-vida-viva y sobre ella, imponen artificios necrófilos-sádicos, pues disfrutan del dolor, el sacrificio, lo que los hace semidioses, son censores irascibles, de lo “correcto”, autoritarios-impotentes. Enfrenta una resistencia cada día más consciente con hombres, mujeres y homosexuales felizmente orgásmicos, conscientes de su condición, con la clara perspectiva de otro mundo posible, con la construcción cotidiana, que se prepara para desplazar esta cultura burocratizada-de-la-muerte-automatizada-legal-divina, pero inhumana e ilegítima. La ley impuesta de la familia, intenta arrebatar el elemental derecho de todo ser humano a su libre albedrío, para elegir-hacer-su-sexualidad y decidir sobre su cuerpo y alma, quizá lo único realmente suyo. Ahora pretende ser invadido, conquistado por los neoliberales y los reprimidos célibes de la jerarquía católica.
Cómo apunta la periodista Sara Lovera al retomar la propuesta de Soledad Jarquín (en La Digna Rabia, 26/IX/08). Se da una contradicción entre la ley con lo que se hace, cuando la fuerza del Estado enfrenta el conflicto. El cuerpo de la mujer se convierte en “el campo de batalla y el botín de la conquista del macho”. A los privilegios de género se suman los privilegios que otorga el monopolio de la fuerza, conferido a los aparatos de coerción del Estado, los militares, las policías, las burocracias, los diputados, los patrones-dueños, alimentados en su imaginario por los jerarcas de la Iglesia Católica y el Diario de Yucatán, con sus homosexuales y pederastas reprimidos, sus impotencias-sádicas, se imponen sobre la sociedad civil-femenina (las hijas, las madres, abuelas, las esposas-compañeras, las hermanas y amigas, las principales trasmisoras de las lenguas indias), con la misma lógica de la cultura dominante de expropiar, de apropiarse, de conculcar el placer del cuerpo-mente de las mujeres. La violencia, es con la violación de las mujeres, como venganza contra los enemigos, es la conquista del cuerpo para la imposición de un modelo neocolonial-neoliberal de sumisión, opresión y explotación, la conquista de la conciencia y la de sus compañeros, es el “uso del semen civilizador” del conquistador (el indio es el última instancia redimible: por impregnación con el “civilizador” semen de los blancos, y con la adquisición de propiedad privada, como todos.” En Anderson, 2005: Comunidades imaginadas).
Niega otras ya extendidas formas de convivencia humana como la homosexual y, la manera de asegurar el esfuerzo del microcosmos afectivo para la sobrevivencia y la herencia, serán indispensables las movilizaciones y protestas en todos los espacios posibles para no permitir este retroceso autoritario-totalitario-dogmático-irracional de la derecha, hacer el amor es protestar contra la muerte anticipada en la vida. Reconocemos que en esto de la convivencia afectiva todos somos culpables, por renunciar a sus inquisidoras y castrantes normas, por ser homosexuales, concubinos, amantes, apoyar el aborto, por proponer nuevas y reconocidas formas de convivencia conyugal que aseguren la herencia entre homosexuales,. Cuando defendemos los derechos humanos los defendemos a ustedes, ya no sufran ni hagan sufrir, no mueran ni maten, vivan-la-vida-viva. (Continuará)

Jesús Peraza

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